La campana de viento

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Lugar: Madrid

jueves, 26 de noviembre de 2009

Noviembre



Son las 11:30 del jueves 26 de noviembre. Por fin ha llegado el otoño, con sus mañanitas de niebla y sus tardes de paseo, la llovizna que resalta la belleza de los árboles y hace bellas las aceras, y las eternas hojas dejándose caer, lánguidas, de las ramas. Y cuando caminas junto a una hilera de álamos, el suelo cubierto de hojas húmedas, es uno de los mejores olores del otoño, con el de leña que sale de las chimeneas y el de la Linzertorte.

Ha llegado el otoño, y ya se siente la luz de diciembre detrás de la pared; se escapa debajo de la puerta, con susurros y risas ahogadas. ¡No mires aún!

Ha llegado el otoño, cuando más me gustaba hacer solitarios junto a la ventana en mañanas exactas a la de hoy, taza de té, chaqueta gruesa y silencio y soledad en casa.

Ha llegado la mejor época para escuchar el disco "Ottilia", de Liisa Matveinen. Para encender velas cuando la noche se echa encima. Para tomar un café en Sitges, antes de volver a casa. Para releer el libro de cuentos nórdicos, a Selma Lagerlöf. Repostería navideña, azafrán, canela, clavo, fieltro, agujas e hilo, bolas pequeñas y brillantes, estrellas en el cielo, en la tierra y colgando del techo y de las esquinas de los muebles.

Vaya digresión... Creo que tengo la cabeza llena de hojas secas...

lunes, 16 de noviembre de 2009

Frühling in Paris



Abrumada. Abrumados estamos tras la experiencia del jueves, que nada significa para aquellos que prefieren otra música u otra estética, pero que tan importante ha sido para nosotros.
Respecto a mí, diré que no ha sido sólo un concierto; ha supuesto abrir una puerta a la que sólo me había asomado... No voy a volverme una groupie (eso quisiera), ni a seguirlos por cada ciudad que pisen, y seguiré escuchando otra música además de la suya, pero vaya, que ver cómo Paul Landers y Richard Kruspe se abren paso con mazos a través de una pared hasta el escenario, y cómo Till Lindemann hace lo mismo con un soplete y sale por el agujero con un delantal de herrero, y cómo el bueno de Flake es zarandeado por las olas del público a bordo de su Zodiac, y sentir el calor de los lanzallamas en Sonne.... Buf, cambia la perspectiva de cualquiera. Más que un cambio de perspectiva, ha sido un lijado, pintado, barnizado, pulido y añadido accesorios que ni sabía que existían.
Pero aquí está lo que importa.

jueves, 5 de noviembre de 2009

Totoro



Ya estamos en noviembre, el veranillo de San Martín ha quedado atrás (sonriente, saluda con la mano desde el polvo del camino mientras el coche avanza; tiene pinta de querer irse a pescar), y ¡por fin! he comprado tierra para los bulbos y los he plantado. Sólo queda que empiecen a asomar las cabecitas y que este año salgan flores, que es lo único que se les pide.

La semana que viene harán 4 meses desde que me mudé, el 11 de julio. Ya se ha cumplido de sobra el tiempo de adaptación en el que sólo tenía ganas de hacer el vago y disfrutar de la soledad, y aún no veo que mi vida cambie ni que haga todas esas cosas con las que he estado años autoengañándome, convencida de que las haría cuando tuviera tiempo para no hacer nada. Sigo pasando las mañanas conectada a internet, o haciendo alguna cosa por casa, pero sin coger un pincel, ni ir a ningún sitio, ni repasar-reaprender idiomas, ni salir de esta rutina en la que tan a gusto estoy.... Porque es verdad que me encuentro bien así, aunque a veces me sienta culpable al pensar en la cantidad de planes que tenía y que por pereza o gaterío (rrrwwwll junto a la estufa) dejo de hacer.

Ojalá pudiera desdoblarme, ojalá una yo pudiera quedarse en casa junto al teclado o cosiendo y la otra pudiera irse a patinar, que es lo que habría hecho esta mañana si no hiciera tantísimo viento y el día fuera tan desapacible, aunque el sol salga a ratos y haga brillar las hojas del magnolio de enfrente. Marta con su café de sabor a caramelo, y Marta con Rammstein a todo volumen intentando recuperar lo poco que aprendió sobre 4 ruedas en línea en el patio de Capitán Arenas.

De un tiempo a esta parte pienso cada vez más en lo curioso que es que haya gente a la que le ha pasado de todo en la vida y aún sigue en pie, activa y adelante, y gente como yo, que ha llevado una existencia de lo más tranquila, sin sustos ni problemas excesivos. No sé quién es el encargado de repartir, pero sí que estoy muy, muy, muy agradecida por la vida que me ha tocado. O quizá sea verdad que depende de cada uno el tener una existencia movida o contemplativa.

Por ejemplo, cuando tenga mi semana de vacaciones estirada (ja, ja, ja) hasta 12 días, estoy convencida de que SÍ iré a patinar, y a nadar, y a dar una vuelta por Madrid una tarde que haga bueno, a ver si ya hay castañas asadas... Y ahora estoy convencida de ello, porque son muchos días, pero si llega el momento y lo que me apetece es quedarme acurrucada en el sofá leyendo o avanzando la costura de alguna colcha..... Pues tampoco será malo.