Noviembre
Son las 11:30 del jueves 26 de noviembre. Por fin ha llegado el otoño, con sus mañanitas de niebla y sus tardes de paseo, la llovizna que resalta la belleza de los árboles y hace bellas las aceras, y las eternas hojas dejándose caer, lánguidas, de las ramas. Y cuando caminas junto a una hilera de álamos, el suelo cubierto de hojas húmedas, es uno de los mejores olores del otoño, con el de leña que sale de las chimeneas y el de la Linzertorte.
Ha llegado el otoño, y ya se siente la luz de diciembre detrás de la pared; se escapa debajo de la puerta, con susurros y risas ahogadas. ¡No mires aún!
Ha llegado el otoño, cuando más me gustaba hacer solitarios junto a la ventana en mañanas exactas a la de hoy, taza de té, chaqueta gruesa y silencio y soledad en casa.
Ha llegado la mejor época para escuchar el disco "Ottilia", de Liisa Matveinen. Para encender velas cuando la noche se echa encima. Para tomar un café en Sitges, antes de volver a casa. Para releer el libro de cuentos nórdicos, a Selma Lagerlöf. Repostería navideña, azafrán, canela, clavo, fieltro, agujas e hilo, bolas pequeñas y brillantes, estrellas en el cielo, en la tierra y colgando del techo y de las esquinas de los muebles.
Vaya digresión... Creo que tengo la cabeza llena de hojas secas...