FBI
Hoy he vuelto a ver al chaval gordo a la salida del instituto. Rubio, unos 13 años, siempre cabizbajo, siempre solo; no sé si pensativo, humillado, deprimido o simplemente contando adoquines. ¿Irá pensando en las putadas que le han hecho a lo largo del día, en lo que va a comer, en alguna chica inalcanzable como un hada? ¿Pensará en que cuando llegue a casa va a seguir estando solo, o en pasar la tarde con el último Halo (o casi Final Fantasy) aunque mañana tenga que llevar los deberes sin hacer?
Siempre que nos cruzamos (a veces ropa militar, a veces su camiseta de Female Body Investigator) siento la tentación de decirle que puede elegir entre ser como Harold Lauder o como Bastián Baltasar Bux, que el ser humano es pura potencialidad, y que lo único que tiene que hacer es sobrevivir a los años de instituto sin perder la cordura.
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