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Lugar: Madrid

jueves, 1 de octubre de 2009

Aves


I
Hace tres años apareció un gorrioncillo en el jardín de mis tíos. Herido, había buscado refugio entre los rosales, donde lo encontró el perro. Cuando nos dimos cuenta de qué era con lo que jugaba, lo apartamos inmediatamente, pero ni antes de eso habríamos podido hacer nada por el pajarito. Quise ahorrarle lo que le faltaba metiéndolo en una bolsa de plástico y golpeándolo contra la valla, pero no pude. Lo tenía en la mano, metido en la bolsa, y cuando intentaba levantar el brazo no podía moverlo.
Cuando se lo conté a Chris, me dijo que se alegraba de que no hubiera sido capaz, pero yo habría querido hacerlo, y dejar que el gorrión volara sin el peso de sus plumas y sus huesecillos de pájaro.
II
Las parejas de gorriones juegan a Marco Polo en el andén de la estación. Él se pasea, ufano y gordito, exclamando piupu de vez en cuando, y ella contesta brebre, como diciendo "¿Estás aquí?" "Sí, por aquí ando".