El País de las Hadas

Hoy es uno de esos días que tanto me han gustado siempre y a los que tanto he temido. Un día de sol, viento y luz crepuscular desde la mañana. Un día en el que desearías desdoblarte, para poder estar a la vez en casa y en el exterior, salir a caminar por calles vacías, sólo los pájaros, las hojas movidas por el aire y quizá algo de música. Gran cosa, la música portátil.

En estos días me da por preguntarme qué ha sido de los últimos 20 ó 25 años de mi vida, dónde estarán guardados aparte de en mi cabeza, no-tan-ordenada-como-muchos-creen, si alguien estará cuidando de ellos, si se sentirán solos o estarán contándose batallitas mientras esperan que se les una otro más, cada vez más, chicos, esto es una señora juerga.

Es bastante ridículo, pero en días como el de hoy desearía nunca haber crecido, poder seguir saliendo a correr por el campo como hace tanto tiempo, subirme a los árboles, vivir sin responsabilidades, sin contradicciones, con menos libertad de la que tengo ahora, cierto, pero más libre en tantos otros sentidos.

Supongo que no me ayuda escuchar una y otra vez esa canción de Mecano, "¿Dónde está el País de las Hadas?". No lo sé. De verdad que no lo sé. Pero sigo creyendo que existe.